jueves, 31 de julio de 2014

Sísifo

Podríamos mover cuerpos y leyes,
piedra por piedra, hito por hito, palabra por palabra,
y así hora tras hora, año tras año,
cambiando la eternidad de sitio en sitio;
hasta que un día, o una noche, decidamos
morir.


viernes, 25 de julio de 2014

miércoles, 23 de julio de 2014

sábado, 19 de julio de 2014

Extraño rey Midas

Todo cuanto tocaste se volvió fruto de mi amor.
Piedras, cabellos, agua, peine, herida.
Cualquier cosa valiosa como el sol.
Cualquier color dorado como dicen de los dioses.
Estúpido de ti renunciaste a ese don
por un poco de vida. Comer, beber, poder besarme.
Hiciste de mi pasión sólo un recuerdo.


viernes, 18 de julio de 2014

La locura de Áyax

(Sobre Áyax de Sófocles)

Yo soy la prueba que vosotros habréis de superar.
Nacisteis, vivisteis, aprendisteis
para que yo, en el plazo previsto por los dioses,
sobreviva a la razón, la locura,
el cruento asesinato de los monstruos.
_

ÁYAX

He degollado el ganado de la ciudad.
Marquesinas, papeleras, fariseos escaparates.
He hecho ornato en los versos que otros escupieron.
He insultado al alcalde y he dicho cosas terribles de la mujer.
Con la sangre vertida de mis enemigos podría hacer, al menos, cinco ciencias.
He construido avenidas de dolor. He devorado belleza.
Y aún espero el castigo de los dioses.
_

La noche ha de llevarse tu historia y tus armas
al útero de la tierra. De lo contrario, darás alimento
a la civilización; ya sabes, la impiedad, el arte, la violencia,
eso que está tejido no con la fina labor del Destino,
sino con los ojos delirantes de Atenea.
_

No descuides el rito debido a los difuntos,
vaya a ser que tu vida sea ahora un sueño
que no has sabido olvidar.
_

SOL

Este es el plazo dado para sanar de mi locura:
olvidar que te necesito, pues está en mi condición
salir antes de tiempo.
_

¿Cómo puedes tener miedo de que la locura te vea?
_

No ejecutes en el rey tu venganza, sino en su pueblo.
Pero no dañes al pueblo, sino a su ganado.
Siempre que no pises el ganado, sino su sombra.
Y si la sombra cubriera tu pie, haz de tu pie el blanco de tus insultos.
Y si te sintieras insultado, herido por ti mismo,
da por bien ejecutada entonces tu venganza.
Transmite luego la noticia al rey,
al pueblo, al ganado, a su sombra, al pie
que ha de llevarte hasta el vacío lentamente.


(Versiones, junio de 2011 -hacia entradas anteriores-)

jueves, 17 de julio de 2014

miércoles, 16 de julio de 2014

Ío

Tanta era tu vigilancia, amor,
que me entregaste a Ío
para que no pensara en los sueños.


domingo, 13 de julio de 2014

Eros y Psique

En la luz se esconde el monstruo.
En la noche profunda oscuridad.
Abrirás la tenue dermis de los días,
con la afilada hoja de tu mirada.


jueves, 10 de julio de 2014

Teseo o Deseo

Tejemos, destejemos,
los tortuosos pasos
de un Teseo y un Ulises
hechos de encuentros y abandonos.
Y unos días somos Ariadna.
Y otros días somos Penélope.
Y estos son los edificios,
diseño y olvido,
de nuestra esperanza.



Construir

Teseo es el rey que incumple sus promesas.
Y nos demuestra que no basta con matar
al Minotauro. Tal vez domesticarlo.
Y aquí seguimos todos, magnificando Grecia.


miércoles, 9 de julio de 2014

El regalo de los griegos

Si Laocoonte es la cultura griega misma y nosotros somos sus hijos, ¿de qué manera nosotros nos debatimos en ese mismo proceso educativo? ¿Grecia está siendo un buen padre para nosotros? Eso podrían preguntarse los intelectuales del Helenismo, y esto podemos preguntarnos nosotros, en este prolongado Helenismo que es la cultura occidental. ¿Qué es Grecia para nosotros? ¿Son las serpientes, y nosotros los ingenuos troyanos que como Laocoonte quieren ser servidores de Apolo y Afrodita a un tiempo? ¿Es Grecia un sufrido Laocoonte, incapaz de asumir bien el intelecto engañador que ve en Atenea?
Podemos empezar observándolo desde el punto de vista de Laocoonte. Grecia ha entrado en nosotros con su caballo de ciencia y ha destruido nuestra ingenuidad. La razón iluminadora y clarividente de Apolo ha sido invadida por el intelecto materialista, propio de Atenea,. De hecho, el caballo es también símbolo de Poseidón (ambos asociados a  Atenas), un dios preferentemente castigador, y relacionado con el miedo y los monstruos marinos, que un pueblo naval como el griego ha de aplacar constantemente. Robert Graves interpreta la guerra de Troya como una lucha entre Poseidón y Afrodita, dos dioses marinos, y sería un nuevo ejemplo de la sucesión de una sociedad matriarcal por otra patriarcal.
Las voces que claman recriminando el gran patriarcado que ha sido la cultura occidental, y también los que se quejan del exceso de orgullo del positivismo científico, del escepticismo tiránico, del materialismo, todos ellos se encontrarán luchando en la misma posición que Laocoonte; pero el Laocoonte de esta misma estatua. Estaríamos así asfixiados por el propio perfeccionismo de la escultura. Nuestra misma esencia serían las serpientes que no sólo martirizan al hombre, sino que lo esculpen dotándolos de una perfección sobrehumana. Y seríamos los protagonistas-testigos de esa trágica labor de modelado.
Ahora bien, no olvidemos que Laocoonte es castigado por sus propios pecados y por eso cayó Troya. El caballo de Troya es el reflejo de la propia falsedad de Laocoonte. Si realmente se hubieran separado los valores de Apolo y Afrodita (castidad), sí podrían haber interpretado bien el engaño de los griegos, y la ciudad se habría salvado. Es precisamente el caballo (Atenea, el intelecto, la razón práctica) lo que permite esa doble naturaleza (sensual y espiritual). Sin embargo las consecuencias son terribles: la ciudad es destruida. El intelecto desplaza al goce, a la sexualidad, pero también desplaza a la verdadera sabiduría (Apolo).
Tal vez, en la estructura nuclear del grupo de Laocoonte se perciba también el jugo simbólico que suponen estos tres dioses en el mito: Apolo como eje de balanza entre Afrodita y Atenea. Se corresponde con Laocoonte haciendo de balanza entre sus dos hijos. Uno de ellos parece sucumbir al empuje de las serpientes y otro parece poder escapar aún. Estos dos hijos podrían ser los dos instintos del sacerdote: su inconsciente (sexual - Afrodita) y su consciente (intelectual - Atenea). Quién es quién, eso es más difícil de decidir. Sí podríamos otorgar un componente sexual a las serpientes, pero también en lo sexual-inconsciente se encuentra la verdad del ser; todo esto ya lo hemos explicado.
La mirada a los cielos del padre está acorde con esa mirada a Apolo. Es Apolo quien castiga, quien dicta aquí la ley, quien manda las serpientes. Apolo es defensor de Troya, pero también es quien acaba propiciando su destrucción. Para acceder al altar de Apolo hay que pagar un precio. El legado de los griegos nos permite escabullir ese precio y vivir como ingenuos troyanos, como vivió Laocoonte. Pero la debilidad de Laocoonte la heredan sus hijos y de manera creciente los hijos de sus hijos, hasta llegar a la perdición de la ciudad entera. El debate entre el progreso y la decadencia. He ahí una interpretación de la evolución de Occidente.
No olvidemos, sin embargo, que todo ha sucedido ya. Troya  ha caído. Ya estamos inmersos en ese doble juego del intelecto. Ya estamos en esa lucha intergeneracional deteriorándonos por el empuje creciente de los errores que se acumulan desde el pasado. Y en esa lucha individual por escapar, por zafarnos y encontrar la salvación. Así lo dicta el mito. El pecado original ya ha sido, y es imposible no pagar el precio de Laocoonte.

martes, 8 de julio de 2014

La educación de los hijos

El grupo del Laocoonte es la escultura de unos hijos que miran a su padre. Es también la escultura de unos hijos que son castigados por su padre (en su doble sentido: Apolo castiga a su sacerdote, y los hijos son castigados por culpa del pecado del padre). Es pues, esta la escultura del proceso educativo, de una generación hacia otra, pero también del individuo ante sí mismo.
Aprender significa dejar de ser el ignorante que uno es. Es un proceso de transformación y lucha: una estructura que se retuerce como esta escultura para ser otra cosa. Mucho se dice de la felicidad en la ignorancia. Efectivamente, ese estado de paradisíaca felicidad ilusoria se aferra al sujeto como las serpientes de esta obra. Pero también se puede ver al revés: las serpientes del conocimiento obligan al ignorante a sucumbir y abandonar su cuerpo placentero y doliente.
Aprender significa también seguir la senda del padre, de la generación anterior y, a ser posible, superarla, llegar más lejos, hasta llegar al Padre. Es así que los hijos aprenden los pecados y la ley de los padres, y cada generación debe luchar por superar las taras de la generación anterior y al mismo tiempo asumir sus leyes. Conservar lo bueno, superar lo malo. En esta obra podemos ver a uno de los hijos derrotado en el mismo altar de su padre. Otro en cambio, consigue escapar comprendiendo el horror de su horrendo y amado padre. Visto de otro modo: uno de los  hijos asume la ley dolorida del padre, que éste recibe de los dioses y se deja arrastrar por la verdad sinuosa de las serpientes; mientras otro se esfuerza aún por zafarse y mantener su ilusoria libertad. Y así una nueva Troya, una nueva Roma... una nueva historia con que continuar el devenir humano.
Precisamente, Robert Graves, interpreta la visita de las serpientes a los niños como un don educativo de los dioses. Las serpientes limpian con su lengua los oídos de los niños, otorgándoles el poder de la profecía. La educación, el conocimiento de la verdad de la creación (sexo) y la destrucción (muerte), eleva al hombre más alto que su condición humana, o más bien lo eleva hasta su verdadera condición humana. Si Laocoonte lucha contra las serpientes es precisamente por su esencia pecadora, que no permite que la ley de los dioses sea asumida por los hijos. Entonces, los hijos, luchan a un tiempo contra las serpientes y contra su padre.

lunes, 7 de julio de 2014

LAOCOONTE Y SUS HIJOS: La profecía castigada por los dioses

Los dioses hablan a los hombres a través de los sueños. Los hombres hablan de su inconsciente a través de los dioses. Dos son las interpretaciones del castigo de Laocoonte: una,  invalidar la profecía; otra, castigar el incumplimiento del celibato que Apolo exigía a sus sacerdotes. ¿Por qué se unen ambas ideas en este castigo?
¿Por qué Troya ha de caer? Ha de ser así, ese parece ser el mensaje de los dioses. Si Laocoonte hubiera sido fiel a la ley de Apolo, Troya se hubiese salvado. Se cumple la ley de una manera trágica. Los hijos de Laocoonte son destruidos y Troya consigo. Esto nos recuerda a la historia del pecado original. Troya, protegida por Afrodita, Ares y Apolo, sería la ciudad infantil del paraíso.
El castigo de Laocoonte arrastra a la ciudad. El pecado del padre condena a los hijos. Laocoonte reconoce su propio pecado en el caballo de madera, por eso reconoce el engaño. Su fe no es sincera, y la falsedad de su saber no es inocua. No parece posible conocer las verdades de los dioses y al mismo tiempo gozar de los ingenuos placeres del paraíso (de ahí la idea del celibato), porque el lenguaje de lo verdadero quedaría desvirtuado por lo que son ilusiones mundanas.
Así podemos verlo en esta escultura. Lo humano es una lucha trágica (o cómica, según se mire). Son las serpientes las que imponen su ley con naturalidad. Los rasgos humanos son aquí tan extremos que no parecen creíbles. Las serpientes, que son ideas, símbolos, se aceptan mejor. Las miradas, que carecen de materia, se entienden mejor. El grupo del Laocoonte expresa muy bien esa visión griega del mundo, reforzada por la iconografía platónica del Helenismo: el hombre, prisionero en el mundo de lo corporal, lo material, sufre por salvar su alma y devolverla a la trascendencia de las Ideas.
Su inconsciente lo divide y lo desgarra constantemente pues es contradictorio. Como Laocoonte, se debate entre varias leyes, varios deseos, varias serpientes (obsérvese el juego citado con la visión de los genitales y las perspectivas). El deseo de trascendencia es incompatible con el deseo del paraíso. Decantarse por uno supone ser castigado por el inconsciente. Es decir, la guerra de Troya es inevitable.
Y si consideramos que Troya es la ciudad del paraíso perdido (robado, como Helena), en ese caso es inevitable que Troya caiga. Los griegos conquistan el paraíso, pero lo destruyen. La civilización se impone. Para bien y para mal, el mundo antiguo, inocente, incestuoso, sincero, se pierde. Los niños han de ser educados.

sábado, 5 de julio de 2014

LAOCOONTE Y SUS HIJOS: La profecía incomprendida

La tragedia de Laocoonte es semejante a la de Casandra. Él comprende la verdad, pero nadie lo comprende a él. La muerte de sus hijos es una imagen narrativa de ese sentimiento. El sabio ha de contemplar impotente como el mundo persiste en su inconsciente ebullición, sin poder hacer nada por evitarlo.
El padre, desde su posición generacional, el hombre sabio desde su saber, conoce el futuro de sus hijos. Ve las consecuencias de sus errores, pero no puede evitar que los cometan. Ha de dejar que cada uno viva su lucha con las serpientes. En esta escultura, cada uno lucha por separado. Es el juego de miradas el que los une. Los hijos miran al padre, y el padre mira a los dioses. Cada uno busca en el otro la sabiduría con que afrontar el trance amargo entre las serpientes.
En todos ellos parece brillar la amargura de la incomprensión. Sólo las serpientes parecen decididas e implacables. En los humanos de esta escultura predomina el miedo y la incertidumbre. Ni siquiera podemos reconocer en ellos una certeza de derrota o una asunción de muerte. Muchos perciben en ellos algo no humano, algo desmedido, imposible. Realmente esto es la incomprensión.
Esta escultura podría ilustrar la idea del “malestar en la cultura” desarrollada por Freud. Existe una ley, que se impone y evoluciona en la civilización, arrastrando a los hombres hasta posiciones más elevadas. Pero, en su mayoría, quieren mantenerse en el mismo lugar que ya conocen, en el que se sienten seguros, en el que gozan. No entienden una cultura que corta su goce, no quieren participar de ella.
Si los troyanos hubieran escuchado a Laocoonte, Troya se habría salvado, habría vencido. Es como decir: si el ser humano escuchara podría salvarse. Las serpientes griegas acosan sin piedad, como por ley, y el ser humano busca una señal que le permita salvarse. ¿Y si esa señal fuera llegar a comprender la ley de las serpientes?


viernes, 4 de julio de 2014

Las serpientes de Laocoonte

Ya hemos comentado cómo las serpientes suponen dos ejes paralelos fundamentales en la composición del grupo. También, cómo las cabezas de las serpientes centran una línea horizontal. Y es precisamente en el mordisco de la serpiente donde se unen la recta con la curva trazada por el cuerpo de Laocoonte. Incluso, si trazamos una línea que comience en los pies del hijo menor, continuaría en la rodilla y los genitales de Laocoonte y se cruzaría con la cabeza de la serpiente. Ese mordisco es el centro de toda la composición.
Otro elemento a destacar es que los cuerpos humanos no se tocan en ningún momento. Sólo están unidos por las miradas y las serpientes. Tampoco se tocan las serpientes entre sí (salvando el hipotético vértice que falta). Y, como hemos dicho ya, las serpientes no tocan el suelo. Ahí reside el valor mitológico de estas serpientes, en el fondo irreales. Con esta disposición su fuerza parece aún más sobrehumana. Y aún más fuerte resulta el carácter simbólico: su poder de anudamiento.
¿Qué puede significar que las serpientes anuden a los seres humanos? La serpiente es un símbolo recurrente en todas las mitologías. Básicamente, podemos agrupar su significación en tres aspectos:
  • El poder engendrador. Tal vez por su relación imaginaria con el pene. La serpiente tiende a ser la creadora del mundo, y aparece como elemento inicial en muchas mitologías.
  • El conocimiento divino. Así lo vemos en el Génesis, pero también es frecuente esta asociación en la mitología griega. Así, la serpiente está relacionada con la ciencia, la medicina y la adivinación.
  • La muerte. De alguna manera, este significado se intrinca en los anteriores. Así, los monstruos griegos, con frecuentes ingredientes serpentinos, suponen pruebas que el héroe ha de superar. La imagen misma de este Laocoonte.
 Así, que los humanos estemos anudados en la muerte es lo que nos otorga ese carácter espiritual. El ser humano, enredado en el devenir del proceso creativo y destructivo, se anuda con un conocimiento de la muerte. Este conocimiento le convierte en un ser trascendente, una vez asumido el dolor, el tiempo y la muerte. En esta obra podemos ver elementos que nos conducen por estas tres interpretaciones de las serpientes:
-El juego comentado con los genitales. El mismo tema elegido, con las dos generaciones, Laocoonte padre y sus dos hijos, uno condenado y otro con posibilidad de salvación.
-El conocimiento forma parte del mismo proceso artístico, especialmente atendiendo al estudio de las proporciones, el cuidado realista al detalle, el estudio anatómico, la estructura de la composición, que en esta obra es especialmente cuidada, hasta rozar la perfección. El propio rostro de Laocoonte, perfecto y máscara a la vez, interrogante.
-El eje central establecido por las mordeduras de las serpientes y el instante fijado en la conciencia del veneno, del dolor, del destino.
La disposición oblicua de las serpientes, curvas pero rectas, no sólo aportan dinamismo a la composición, también se puede interpretar como símbolo mismo de las directrices artísticas, lanzadas por el arco de Apolo. Nos recuerdan también a los “renglones torcidos de Dios”. De hecho, la tradición dice que las serpientes marinas fueron enviadas por Apolo como castigo por haber roto el celibato. Esto resulta paradógico, pues, Apolo, uno de los dioses protectores de Troya, con esta sanción propicia la destrucción de la ciudad. Al mismo tiempo, es el propio pecado de Laocoonte el que jugaría en su contra e impediría que los troyanos escucharan su profecía.

jueves, 3 de julio de 2014

Zoon - Theos

El ser humano es una piedra domesticada.
Un barro robado, masticado.
Mirado de perfil es una tumba, de frente
araña de sus días y ladrillos.
Hermoso escupitajo migratorio también
voy a apretarte gallito, mientras hablaba
feliz con la serpiente.


miércoles, 2 de julio de 2014

Naturaleza de la caja de Pandora


GIRO

Puertas cerradas.
Rendijas de recuerdos.
Ojos de curiosidad
llenos de llaves.



La mentira, una tentación.
La verdad, una seductora.
Lo real, paciente
fiel, inapelable.
 

VERBAL

Así era el mundo.
Y Epimeteo nos liberó
(cómo no probar a Pandora)
a todas las generaciones,
movido por su incontinencia.





martes, 1 de julio de 2014

Tentación humana

Yo no quiero vivir,
yo quiero arder
en el fuego de Prometeo
robado a los dioses.


Veinte alegorías

La fábrica de ideas genera residuos tóxicos.
Todos sisean y comercian, sordos, con su alboroto.
Algunos genios se dedican, orfebres, al reciclaje.
Sombras de guante blanco roban
fuego o promesas.