sábado, 22 de noviembre de 2014

Portador de la sagrada égida

Creer que el conocimiento de la verdad de la muerte
ha de salvarnos, y poner su emblema en nuestro escudo
como saludo o recordatorio a la victoria.
La égida que estaba hecha con piel de serpiente.
Que fue curtida a lenguas de momentos.
Creer que por los ojos de la égida
verán los enemigos su propio miedo insondable.
O no saber. Ser el portador sin más del signo.


jueves, 20 de noviembre de 2014

Trabalenguas de nada

El olvido propio es innombrable.
Sólo es nombrable el olvido en el otro.
Si tú me olvidas ya no eres tú, eres otro.
Si yo te olvido soy yo, soy nadie.
He perdido recientemente un barco
en el Egeo, un destino, en la ceguera
cruel de la, infantil, palabra.


miércoles, 19 de noviembre de 2014

Tenemos, portamos, con guantes humanos

Atlas sostenía o soportaba. Matices
me pides. Es memoria o es un guía.
Atlas me pides que sea, de lo social,
de lo sentimental, de mí mismo. Si soy.


martes, 18 de noviembre de 2014

lunes, 17 de noviembre de 2014

Beso o fuego robado

Esperabas que la Belleza te salvara.
Cuando es la imagen de tu propia
estructura delirante. El momento
inquieto ya pasó. Te prestó su eco.




El beso es un gesto narcisita de espejo compartido.
El beso, efímero, ideal de confirmación, no rellena sino que incendia
el hueco.
El tiempo es el goce de la pérdida.
El beso es un goce de boca, de lengua-je, de tiempo, de pérdida.
Un beso es el eco de otro beso.
La belleza es la percepción (cualquiera) en estado de beso.
La salvación es una idea, su función es el castigo.
Se cree en la Belleza, como un don de-para la esperanza.
La salvación es el delirio de la amenaza sentida como beso.
Ni siquiera la imagen propia es de nuestra propiedad. Origen prestado, imposible de devolver. Final prestado, imposible de devolver. 
El momento: Peter Pan, ¿qué sabe de besos?

domingo, 16 de noviembre de 2014

De "El espejo de las Parcas"

* * *

Los griegos, situaron fuera del esquema de sus dioses una imagen enigmática. Tres mujeres tejen en sus hilos las vidas de los humanos: son la Moiras, literalmente, las “partes”, hilanderas del Destino, “moron”.
Se las representa como figuras ancianas, o pulcras, o severas, o melancólicas. Lo importante: se imagina a las Moiras enfrascadas en su tarea, en silencio. Cloto devana, y no cesa en su actividad ni hace otra cosa. Láquesis mide y mide. Y la inflexible Átropo corta. No hay más mito. Sólo tres gestos. No tienen historia, ni nacimiento, pero sobre todo, no tienen conversación. ¿Por qué las Moiras no hablan?
En rigor, debiéramos decir que no ven, ni oyen, ni sienten, ni padecen. Inmediatamente, si les atribuyéramos la compasión con que los humanos teñimos los hilos de nuestras vidas, nos parecerían crueles. Pero el Destino es riguroso, no cruel. No queremos intención en el Destino. Fijémonos bien: las Parcas no hablan. No tienen mirada.
Pero es imposible. Si imaginamos a las tres mujeres, con todas las vidas de todos los seres en sus manos, ¿no van a hablar? No pararían. Su conversación sería un tejer y tejer de comentarios y pasiones. Entre los hilos del Destino desarrollarían un texto de sentimientos, de ironía, de risa, de maldiciones y llantos, de gritos y suspiros, de esperanzas... Y el lenguaje miraría, y las haría mirar. Ellas mirarían con el lenguaje.
Si así fuera, el Destino estaría no sólo hilvanándose, devanándose, que también, sino tejiéndose y bullendo en una conversación apasionante, en la que, a través de la mirada y las palabras de las tres mujeres, el destino de unos hilos hablara con otros, y se comentaran, y se discutieran, y se corrigieran y rebatieran.
¿Y qué decidirían entonces cada una? ¿Dudarían en el momento de su sencillo acto? O sus actos irían por un lado y su conversación por otro. Y el Destino quedaría en terreno de nadie: hilos mirándose en el espejo que es la conversación de las tres mujeres. A este lado del espejo, el Destino es lo que es, ciegamente hilado. Mirado desde el espejo de la conversación, el Destino es un fuego que pudiera mirarse fuego como es relámpagos de comentarios.

* * *





(El vértice, octubre de 2013)

sábado, 15 de noviembre de 2014

viernes, 14 de noviembre de 2014

9 visiones en el paraíso

1. Alguien está a un punto de inventar la memoria en un gesto.
2. Un pecho de Eva tiene mil nombres.
3. Las ondas del agua anotan el atardecer en el vuelo de una bandada de ibis o de flamencos.
4. El óxido de hierro enrojece los lodos.
5. La humedad se condensa al enfriarse un trozo de atmósfera.
6. Un lagarto siente con el sol excitarse su metabolismo
7. La rama de un roble cambia su estilo de crecimiento por la presión voraz de un joven muérdago.
8. El aire tarda más en remontar el ala de un ganso que bucearla y le hace volar.
9. Un fruto cae con una aceleración constante de 9'8 m/s cada segundo.


jueves, 13 de noviembre de 2014

Reflejos y Ecos

Los hombres quietos ven
pasar los paisajes.
Su narcisismo no cambia.
Afortunadamente no lo es todo.
_

Se miraba en río aun en los días de lluvia.
Repetía las palabras incluso del trueno.
_

Acaso no sabe decir otra cosa.
Ignorantes no ven más allá de la escucha.
_

Y vienen mis obsesiones al rescate.
Otra vez corre la espera de nada.
Y vienen mis obsesiones al rescate.
_

El misterio de que el río no se lleve mi imagen.
Y el viento en cambio se lleva mi voz.
_

Qué vas a grabar en silencio en el agua.
Cualquier cosa que digas te la mostraré:
y quedará
contigo cuando te vayas.
_

El río es peligroso y amante, pasajero
como un brazo enorme que abraza.
Besa por completo.
El aire en la montaña aspira soledad.
Tiempo detenido. Todo distancia.
Y algo falta.
_

Te ama en los abismos.
Te ignora corriente.
En la imagen se detiene,
y en la palabra se olvida
de sí mismo: él debería
ser un río y ella
aire montaña.
_

Te ignorarás por siempre: es el río quien te imagina.
Eco te conoce apenas un instante
siempre que hablas. Imagen salpicada de ecos
que se evaden. Palabra mojada en un silencio
que fluye
que golpea
constante.
_

Despertar y encontrarlo todo en su sitio
excepto uno mismo.





miércoles, 12 de noviembre de 2014

Palacio de olvido

Un monstruo soñaba con Ariadna y eran sus sueños
enredados, convulsos, laberínticos. Quería
desentrañar su sueño y más laberinto y menos
Ariadna; pero no lo sabía. Nada era real.
Lo real vino como un hilo de oro. En los ojos
del monstruo vimos incrédulo culpar a Ariadna.
El monstruo estaba atrapado. Al héroe le tocaba
seguir el hilo de un profundo abandono.


martes, 11 de noviembre de 2014

De Perseo a Medusa

No tenemos ojos. Son nuestros fantasmas
quienes miran por nosotros.
Así que he decidido
ir de uno en uno, de fantasma en fantasma,
de mío en mío, no sé, a arrancarles
los ojos, a que me enseñen a no ser ellos.
¿Quiénes son, cómo encontrarlos, cuál es su idioma?
Comparten acaso un mismo ojo y un mismo diente.
Tú fuiste mi fantasma preferido, pero antes
no lo sabía, ¿y ahora lo sé, cómo? Me contaron
cosas horribles de ti. Paradigma del horror.
Te llamaban objeto de mirada prohibida.
¿Qué veías tú entre nuestros ojos huidizos
y nuestro corazón de piedra y nuestro valor?
Yo sólo me atrevo a recordarte de reojo,
a través de este escrito, de esta lectura castrada.
_
Empeño de demostración y convencimiento.
Sabed que con sus pezuñas pisó sangre
justo antes de que cabalgara por los aires.
Eso es un hecho. Sigue siendo un hecho.
Sabed que a aquel guerrero no se le conocen batallas.
Yo no las conozco. Si las invento. Pero son
testimonios de un cuerpo glorioso, en cuyas
venas circulaban los prodigios.
¿Qué más surgió, qué pudo callarse?
¿Por qué me sigues
hablando con enigmas?
_

Tuvo que ser por milagro del oro
(mi abuelo antes de nacer nos encerró en una torre
si yo llegué a conocer a mi madre mujer hermosa
incluso a través de un velo de piedra).
Qué es el oro nadie lo comprende aún.
Después de nacer, mi abuelo hizo de
la torre un barco, de un ataúd un barco,
de un cofre hizo un barco como si el mar no
fuera un milagro. Mi padre es el oro
y fuimos pescados: un barco, un ataúd,
un cofre y una torre entre las redes.
Fui impedido, amilagrado, arrojado y pescado
hasta nacer para los hombres.
Eso te contamos, rey del lugar, que pronto
insistes en arrebatarme a mi madre,
mujer hermosa.
_
Pero cuando te conozca, dicen, conoceré a la mujer,
a la mujer hermosa atada fuera, no dentro de la roca.
La que va a ser devorada por la mar, también mujer,
por culpa, culpa, culpa, del orgullo de su madre.
Orgullosa mujer de cadenas hermosas, orgullosa
de su hermoso mar, su hermosa roca culpable.
Cuando yo vuele, dicen, con tu mirada en las manos,
con tu verdad oculta en mi zurrón
¿por qué dicen que hermético?
_
Los cabellos de una mujer son serpientes y su veneno la belleza.
Pero tus cabellos son serpientes de verdad y su veneno.
Todo está al revés. La belleza es un veneno de piedra
para mis ojos de piedra y un velo de mi mirada.
La mujer es una piedra de verdad un mar
cuya belleza es la mirada lanzada, la visión que vuela
–cadenas que serpean por tu cuerpo como un mar al viento–
veneno de libertad como te pienso
ahora cortada.
_
A los hombres les gusta jugar y mirar los juegos.
Compiten con gusto, mastican con gusto la competición.
Así, entretenidos, los abuelos están muertos
ya por las hazañas de sus nietos.
Siguiendo fielmente las reglas del juego.
_
Pero dos mujeres disputan y surge un mito.
Diosa. Monstruo. Amante paciente. Irónica.
Redentora casual de cuanto soy humano.
_
Vuelo. Todo está al revés. ¿Quién entenderá?
Si su mirada es ya de piedra.
Rápidamente obviamos u olvidamos.
Nuestra mirada es veloz, nuestras sandalias aladas.
No está encadenada a la roca junto al mar.
Devoración de lo real velada por los objetos.
El cambio no tiene que ver con el entendimiento.
Mi corazón está parado. Tu rostro en una bolsa.
_

Ahora que soy un rey, esposo de mi esposa,
largamente las horas son una torre que enfría
mis vivencias –otros hablan
de un barco, de un cofre,
de un zurrón, de un ataúd–
Tú eres la puerta por donde escapo hacia el oro.
Tú eres el momento de tensión en el que la realidad
se vuelca, yo sobre ti, ¿tú me esperabas?
Tú, momento mágico, en que revolucionamos
eso que dicen que es el mundo.
_
Nadie comenta nada de mi obediencia, ¿por qué?
Mi modosita resistencia a la tentación.
Mi masculina mojigatería para con el instante
y su seductora esencia de muerte.
_
El hombre, mirado por la verdad, es invisible.
_
Yo soy la excusa para ella.
(¡Ella, que ama las excusas!)



lunes, 10 de noviembre de 2014

¿Qué Babel?

Te amo desde la atalaya de mi cuerpo,
del que es difícil bajar,
a pesar de las ya antiguas civilizaciones
que lo construyeron, del presente glorioso
que fue sólo promesa.
Es una fortaleza hospitalaria: los días
entran y salen sin respeto.
Quisiera abandonarla por momentos para
seguir los pasos de tu libertad y tus empeños.
Y para no perderte cada vez que te marchas
de vista o de conocimiento voy alzando
esta torre –algunos dicen que abstracta–
carente de direcciones.








domingo, 9 de noviembre de 2014

Ciertas visiones de Edipo

En un desfiladero sólo cabe un pie
a la vez piensan muchos que
no re-flexionan ni sus pecados ni sus pasos.
-
Layo se estaba dirigiendo al oráculo para preguntarle cómo podía liberar
a Tebas de la Esfinge.
-
Mortificada toda ella por la derrota,
sus cabezas se castigaban
mordiéndose unas a otras hasta desap
¡ah, no! así era la Quimera; la Esfinge
no tiene cabezas, sino alas.
-
Edipo se arranca los ojos (y ve)
con los broches del vestido
de su madre, también.
-
El enigma no trataba del hombre, sino de la unidad:
animal, mujer, humano, yo, día y hora se viven como uno.
-
La Esfinge, si es que se siente y no es
puro espíritu altruista, filantrópica y
antimaterialistamente prometeica, se siente
incomprendida. Incluso en su destrucción
intenta -dejad que me invente
la intención que quiera-
darnos lecciones al pueblo.
-
Es el Destino, con su monomanía,
quien tiene un edipazo de cojones.
Sabido lo cual lo mejor
es castrarse los ojos
para limpiar
de la frente la tentación
de finalidad.








sábado, 1 de noviembre de 2014

Mitos deconstruidos: Zeus


Padre tonante de brazos imparables.
Tus atenciones me fulminan instante por instante.
–Dime caos, dime humedad, dime fuego, con voz de trueno–
Mis hijos, serán héroes, lejos de mí.