sábado, 19 de diciembre de 2015

Pigmalión

El hombre se sienta   roto ante su máquina.   Quieto la contempla.
Con paciencia teje,   sin saber funciona,   y a veces la odia.
Respira y palpita:   su respiración   ocupa el paisaje,
de su pulso brotan   y revolucionan   los gritos, los pueblos.
Retoca al dictado   de lo que acontece.   Casi es un abrazo,
un gesto. Un instante   tiembla entre sus dedos:   sabe que su máquina
es un reflejo en un río.
Y pronto se apagará. 



Mi memoria me dice (me fabrica, fabrica de mí) que este poema fue compuesto en torno a la imagen de The imitation game, película que proyectaban en salas por esas fechas en Córdoba. 
Esta imagen me conmovió especialmente.


Otra influencia latente pudiera ser la canción "Machine" de Regina Spector en su disco Far; cuya letra aún no me he molestado en entender del todo.

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