(Sobre Áyax de Sófocles)
Yo soy la prueba que vosotros habréis de superar.
Nacisteis, vivisteis, aprendisteis
para que yo, en el plazo previsto por los dioses,
sobreviva a la razón, la locura,
el cruento asesinato de los monstruos.
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ÁYAX
He degollado el ganado de la ciudad.
Marquesinas, papeleras, fariseos escaparates.
He hecho ornato en los versos que otros escupieron.
He insultado al alcalde y he dicho cosas terribles de la mujer.
Con la sangre vertida de mis enemigos podría hacer, al menos, cinco ciencias.
He construido avenidas de dolor. He devorado belleza.
Y aún espero el castigo de los dioses.
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La noche ha de llevarse tu historia y tus armas
al útero de la tierra. De lo contrario, darás alimento
a la civilización; ya sabes, la impiedad, el arte, la violencia,
eso que está tejido no con la fina labor del Destino,
sino con los ojos delirantes de Atenea.
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No descuides el rito debido a los difuntos,
vaya a ser que tu vida sea ahora un sueño
que no has sabido olvidar.
_
SOL
Este es el plazo dado para sanar de mi locura:
olvidar que te necesito, pues está en mi condición
salir antes de tiempo.
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¿Cómo puedes tener miedo de que la locura te vea?
_
No ejecutes en el rey tu venganza, sino en su pueblo.
Pero no dañes al pueblo, sino a su ganado.
Siempre que no pises el ganado, sino su sombra.
Y si la sombra cubriera tu pie, haz de tu pie el blanco de tus insultos.
Y si te sintieras insultado, herido por ti mismo,
da por bien ejecutada entonces tu venganza.
Transmite luego la noticia al rey,
al pueblo, al ganado, a su sombra, al pie
que ha de llevarte hasta el vacío lentamente.
(Versiones, junio de 2011 -hacia entradas anteriores-)
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