del que es difícil bajar,
a pesar de las ya antiguas civilizaciones
que lo construyeron, del presente glorioso
que fue sólo promesa.
Es una fortaleza hospitalaria: los días
entran y salen sin respeto.
Quisiera abandonarla por momentos para
seguir los pasos de tu libertad y tus empeños.
Y para no perderte cada vez que te marchas
de vista o de conocimiento voy alzando
esta torre –algunos dicen que abstracta–
carente de direcciones.
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