Arbitrarias ventanas espían paisajes
oblicuos, amantes que se besan
sin necesidad de cortinas o palabras.
Arriba y abajo, de M. C. Escher |
También este poema surgió en torno al debate twitero con Jesús P. Zamora Bonilla; esta vez paralela o tangencialmente, es decir, sin que haya entre ambos textos "necesariamente" relación de causa o efecto.
Cierto que sigue tomando como punto de partida la mitología judia, esta vez asociada al laberinto minoico.
Cierto que sigue tratando la relación entre lenguaje, verdad y arbitrariedad.
Además, el texto me recuerda al dibujo de Escher que sirve de fondo a mi blog "porque atrevesaste".
Babel y Laberinto
Ambos eran palacios emblemáticos de sus respectivas mitologías. Ambos están en cierto modo relacionados con el racionalismo en su símbolo arquitectónico, del que Dédalo es mejor representante.
Hay hipótesis que sitúan la erupción minoica como evento clave que propició la caída de la civilización del toro así como la crisis que en Egipto desencadenó el Éxodo hebreo.
Por otro lado, la mitología griega sitúa el origen de Minos en la rama de Agénor, rey de Tiro-Canaán. Atribuir una relación histórica entre el pueblo hebreo y el minoico es más aventurado. Probablemente, la recomposición dórica de los mitos griegos, haya dado un común origen bárbaro a sus rivales (Tebas, Tracia, Fenicia, Creta, Babilonia, Egipto, Argos, Micenas...) frente al helenismo de las nuevas ciudades (Atenas, Esparta, Corinto).
"Babel y Laberinto" >> "cortinas o palabras"
Los idiomas tejen un laberinto para el lenguaje del hombre. Eso es fácil. Ahora bien, el hombre no percibe la palabra como un velo, sino como la cosa misma a la que supuestamente hace referencia. Esa asumida referencialidad es la esencia misma del velo que la palabra es con respecto a las cosas que nombra (olvidar que el lenguaje, la palabra, es algo, que está ahí). Babel es el recuerdo del velo en la palabra y el hilo, por tanto, para poder salir del ignorado laberinto.
"dialéctica" >> "necesidad"
La dialéctica, después de Platón, la imagino como esa Escalera de Jacob en la que suben y bajan los conceptos, desde el Bien supremo hasta la mundana oscuridad. Posiblemente aquí, como en otros tantos pasajes, Platón fuera deliberadamente irónico. La dialéctica es un laberinto. Escalera vertical si creemos en la referencia. Laberinto horizontal si creemos en la arbitrariedad. El hombre, como un observador de la cuántica, puede situarse en una creencia u otra, pero difícilmente en las dos a la vez; salvo en ironía.
La relación entre lo humano y el lenguaje siembre se sitúa como esencial, necesaria. La moral tiende a la concordia del lenguaje, no al conflicto de las pasiones. Cierto que la moral es siembre el resultado final de un texto escrito con el lenguaje, permantentemente contradicho por los actos. Pretender la adecuada relación entre lenguaje y acto es atender a la referencialidad y olvidar la arbitrariedad, es decir, ponerle un velo al lenguaje y a las cosas. La necesidad moral de la dialéctica es irónica para el hombre pasional.
"amantes oblicuos"
El encabalgamiento anuda la conflictiva dimensión del sujeto: a un tiempo es el amante que mira, es la ventana a través de la que mira y es el paisaje mismo mirado. La oblicuidad (además de ser una pista de lectura para este poema) es un emblema de una manera más ¿real? de ver las cosas, saliéndose de la verticalidad-horizontalidad de la dialéctica-sofística.
El amor y el destino
Igual que no está nombrada la horizontalidad (sólo el laberinto), tampoco el destino está nombrado. Llego a él a través de la lectura (algo también opuesto al "decir" del lenguaje). Cuando pensé en "ironía" (lectura oblicua) pensé en la ironía trágica con la que el teatro griego gestiona la hybris (presente en Babel y el abominable deseo de Pasífae -por otra parte siguiendo el esquema familiar de Europa até/hamartia- habilitado por la intelectualidad tecnológica de Dédalo) y el destino.
El amor es el destino del hombre y su desafío. Irónico. El beso es el sello del lenguaje, su velo o su consumación. Irónico. El lenguaje, las pasiones y los objetos. Besarse o espiarse.
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