viernes, 4 de julio de 2014

Las serpientes de Laocoonte

Ya hemos comentado cómo las serpientes suponen dos ejes paralelos fundamentales en la composición del grupo. También, cómo las cabezas de las serpientes centran una línea horizontal. Y es precisamente en el mordisco de la serpiente donde se unen la recta con la curva trazada por el cuerpo de Laocoonte. Incluso, si trazamos una línea que comience en los pies del hijo menor, continuaría en la rodilla y los genitales de Laocoonte y se cruzaría con la cabeza de la serpiente. Ese mordisco es el centro de toda la composición.
Otro elemento a destacar es que los cuerpos humanos no se tocan en ningún momento. Sólo están unidos por las miradas y las serpientes. Tampoco se tocan las serpientes entre sí (salvando el hipotético vértice que falta). Y, como hemos dicho ya, las serpientes no tocan el suelo. Ahí reside el valor mitológico de estas serpientes, en el fondo irreales. Con esta disposición su fuerza parece aún más sobrehumana. Y aún más fuerte resulta el carácter simbólico: su poder de anudamiento.
¿Qué puede significar que las serpientes anuden a los seres humanos? La serpiente es un símbolo recurrente en todas las mitologías. Básicamente, podemos agrupar su significación en tres aspectos:
  • El poder engendrador. Tal vez por su relación imaginaria con el pene. La serpiente tiende a ser la creadora del mundo, y aparece como elemento inicial en muchas mitologías.
  • El conocimiento divino. Así lo vemos en el Génesis, pero también es frecuente esta asociación en la mitología griega. Así, la serpiente está relacionada con la ciencia, la medicina y la adivinación.
  • La muerte. De alguna manera, este significado se intrinca en los anteriores. Así, los monstruos griegos, con frecuentes ingredientes serpentinos, suponen pruebas que el héroe ha de superar. La imagen misma de este Laocoonte.
 Así, que los humanos estemos anudados en la muerte es lo que nos otorga ese carácter espiritual. El ser humano, enredado en el devenir del proceso creativo y destructivo, se anuda con un conocimiento de la muerte. Este conocimiento le convierte en un ser trascendente, una vez asumido el dolor, el tiempo y la muerte. En esta obra podemos ver elementos que nos conducen por estas tres interpretaciones de las serpientes:
-El juego comentado con los genitales. El mismo tema elegido, con las dos generaciones, Laocoonte padre y sus dos hijos, uno condenado y otro con posibilidad de salvación.
-El conocimiento forma parte del mismo proceso artístico, especialmente atendiendo al estudio de las proporciones, el cuidado realista al detalle, el estudio anatómico, la estructura de la composición, que en esta obra es especialmente cuidada, hasta rozar la perfección. El propio rostro de Laocoonte, perfecto y máscara a la vez, interrogante.
-El eje central establecido por las mordeduras de las serpientes y el instante fijado en la conciencia del veneno, del dolor, del destino.
La disposición oblicua de las serpientes, curvas pero rectas, no sólo aportan dinamismo a la composición, también se puede interpretar como símbolo mismo de las directrices artísticas, lanzadas por el arco de Apolo. Nos recuerdan también a los “renglones torcidos de Dios”. De hecho, la tradición dice que las serpientes marinas fueron enviadas por Apolo como castigo por haber roto el celibato. Esto resulta paradógico, pues, Apolo, uno de los dioses protectores de Troya, con esta sanción propicia la destrucción de la ciudad. Al mismo tiempo, es el propio pecado de Laocoonte el que jugaría en su contra e impediría que los troyanos escucharan su profecía.

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